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Alguna vez te has preguntado cómo se producen las vacunas que salvan miles de vidas?
En Kevenoll do Brasil siempre comentamos cuán importante es la inmunización para mantener la salud mundial, además, trajimos contenido sobre qué medidas debemos tomar para evitar problemas durante y después de la vacunación. En esta ocasión, te contamos cómo se hacen, échale un vistazo en el Blog.

Producción de vacunas

La primera vacuna de la que tenemos registro en la historia fue creada en 1796 por el médico Edward Jenner para combatir la viruela. Descubrió que al poner a una persona en contacto con la versión bovina del virus, primero tendría reacciones leves a la enfermedad, pero luego se recuperaría y desarrollaría inmunidad contra la versión humana, y ya no estaría infectado.
En este caso, se descubrió que el propio virus, en otra versión, podría usarse para la inmunización, y esta es una metodología que ayuda en el desarrollo de vacunas similares hasta el día de hoy. Sin embargo, existen diferentes fórmulas para cada tipo de vacuna.
Primero, es necesario identificar el agente causal de la enfermedad. A partir de ahí, la vacuna se puede producir a partir de los componentes de un microorganismo específico o del propio agente causal, muerto o atenuado.
Así, cuando los anticuerpos entran en contacto con este microorganismo, inmediatamente crean un mecanismo de defensa para combatirlo. Así, la vacuna provoca una reacción protectora y genera una «memoria» en nuestro sistema inmunológico, no permitiendo que el virus cause complicaciones si hay contacto con él.
Sin embargo, el agente causal no siempre es responsable de causar la enfermedad. En ocasiones, la causa es una toxina que produce, que es necesario identificar y, poco después, desarrollar una vacuna para combatirla. En otros casos, el problema es la cantidad de virus en el huésped, por lo que es necesario controlar su multiplicación.

Pruebas de vacunas

Los investigadores tienen el deber de buscar la composición ideal de la vacuna, teniendo en cuenta su eficacia en toda la población y la ausencia de efectos secundarios nocivos para el organismo. Después del período de pruebas de laboratorio, comienza la fase preclínica, donde se realizan pruebas en animales para probar la eficacia de la composición.

Una vez comprobada la eficacia, comienza la fase clínica, que se compone de tres etapas:

1. Probar la seguridad de la vacuna. Las pruebas se aplican en pequeños grupos de voluntarios de un máximo de 100 personas. Todos ellos deben ser adultos sanos sin antecedentes de enfermedad o complicaciones.

2. En la segunda fase de pruebas, el número de participantes es más amplio. El objetivo, de nuevo, es probar la seguridad de la vacuna y ver si hay el mismo efecto en grupos más grandes y menos homogéneos.

3. Si la vacuna se aprueba en las dos primeras fases, comienza el período para probar su eficacia, y miles de personas pueden vacunarse simultáneamente. El seguimiento continúa durante muchos años para identificar posibles efectos secundarios a largo plazo, pero son raros.

Las vacunas son a menudo los mecanismos más efectivos para la prevención de enfermedades. Son el resultado de un intenso período de investigación, desarrollo y una serie de pruebas para demostrar su eficacia, así como la autorización de los órganos de control de cada país para que la vacunación, de hecho, se produzca en toda la población.